jueves, 26 de marzo de 2009

Conversando

Cuando me agarra el insomnio y quedo horas acostada en el silencio de la oscuridad esperando a que amanezca, pienso mucho.

Anoche tuve insomnio.

Pensé que a mi me gusta conversar, ¡me encanta conversar! Lo creo un pasatiempo sumamente enriquecedor. Y cerrar el día conversando es hacerlo con broche de oro: un buen encuentro tiene el poder de dale la vuelta al universo, formular preguntas, encontrar respuestas o simplemente inspirarse, relajarse, recordar, olvidar… al fin y al cabo, los resultados son tan infinitos como los posibles temas!

Anoche, con los niños ya en la cama, Tom y yo nos tomamos un vinito e Iván acaparó la conversación. Lo describimos de pies a cabeza, lo reconstruimos en toda su constitución, lo hicimos palabra y la boca se nos hizo agua. Mi chiquito de cuatro añitos es largo, flaco y corrioso (divina palabra que no encuentro en el diccionario). Su cuerpo expresa a la perfección la cantidad de energía que carbura. Es ágil, movedizo, inquieto, escurridizo, curioso. Necesita mucho espacio y poca cosa para entretenerse. Todo lo quiere YA y no para hasta lograr sus objetivos. No llega al grado se ser hiperactivo (creo), más bien es un niño que vive con mucha, pero mucha intensidad. Su tiempo es el HOY – AQUÍ – AHORA. Parece que su misión de aprendizaje en la vida es la espera, la paciencia, el darle tiempo al tiempo, el lidiar con la frustración.

El caso es que cuando hablábamos entre babas de sus piernitas zambas y sus manotas, Tom lanzó un pronóstico:

-Iván va a ser muy grande, muy alto

Hay veces que las visualizaciones te pasan por el costado. Ésta vez más bien me chocó de frente: imaginé a Iván hecho y derecho, un muchachote de 18-20 años, grande y alto frente a mi. Me sentí mirándolo para arriba y tuve la fortuna de inclusive sentir su abrazo: ¿Mi hijo un hombre alto y grande? Me entregué a ese sentimiento de ser cobijada… algún día este chiquitito escurridizo aprendiz de Joudini al que tengo que amarrármelo entre mis piernas para ponerle los zapatos y que no se me escape, va a ser mas grande, mas alto que yo…¡más grande que yo! Dios conserve la ternura de mi niño porque muero de ganas de que me la regale cuando yo sea más chica que él!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Que! ¿No hay mas? .... escribe ... !!!!!!!!!!!

tartamudo dijo...

. . . . ¿Y? ¿Esto fué todo? ... queremos más .... ¡¡¡¡ESCRIBE, PUBLICA!!!

Anónimo dijo...

Pero es que está difícil que Ivan sea más grande que tú, estás bien altota! (salvo que te pase como a mí, que llevo 3 cms perdidos)
Sí, entiendo, comparto. Me paso pensando en el Astor hombre...Y extraño al niño, te diré.